Pepe Rúa para el semanario Es Hora / Ya se han encargado las clases dominantes desde hace siglos, de pervertir el lenguaje de tal manera que cada palabra, cada frase, tenga el significado que ellos quieren que tenga. De ahí que con frecuencia, cuando decimos “trabajo”, queremos decir “empleo” y al revés. La semántica tiene mucho que ver en la política y por ende en la manera de vivir de los pueblos.
Una de las objeciones que está presente en todas las conferencias, charlas y debates sobre la Renta Básica es: “Si establecemos esta propuesta ya nadie trabajaría” o bien “La Renta Básica fomentaría el parasitismo social”. Se supone entonces que con esta objeción se pretende defender al trabajo. Bien, pero ¿Qué trabajo? ¿La investigación para erradicar enfermedades, o la fabricación de minas antipersona? ¿El trabajo del “ama de casa” por el que no cobra, o el de un “consejero” de Endesa, que a su vez es consejero de otras diez empresas?
A todas estas actividades se las llama trabajo. Si limitamos el trabajo únicamente a lo que es útil, o necesario para la sociedad habría un cambio importante en el modelo social y económico en el que vivimos. Pero en realidad no se está defendiendo lo útil o necesario sino más bien la forma de conseguir el dinero que nos permita un cierto nivel de vida, para lo cual llamamos trabajo a cualquier actividad remunerada. Esa actividad remunerada ya no es “trabajo”, sino “empleo”. Hay otras actividades como el trabajo voluntario o el trabajo doméstico de los que se habla poco, pero que en la mayoría de los casos cubren las necesidades básicas de la sociedad.
El empleo como actividad social no está encaminado a producir bienes y servicios útiles y necesarios sino que está regulado por un mercado, el mercado de trabajo, que se rige por la sagrada ley de la oferta y la demanda. En este contexto, las élites económicas y políticas ya se han encargado de tener regulado este mercado de tal manera que la oferta de empleo sea escasa y la demanda esté en índices cada vez más alarmantes. Sí para la gran mayoría de las personas su medio de vida es la remuneración mediante el empleo, el presente y el futuro no puede ser más nefasto.
Desde hace dos siglos se está reivindicando el trabajo como derecho y como tal se contempla en la actual Constitución española, pero eso es como no decir nada, porque es obvio que el que quiera puede trabajar, a nadie se le prohíbe hacerlo. De la misma forma tampoco se puede obligar a nadie a contratar a otros. Eso que se oye con frecuencia de “crear puestos de trabajo” es una entelequia. Mientras el trabajo se mueva a través de un mercado, éste funcionará con los empleos mínimos, porque su objetivo no es el empleo sino la cuenta de resultados.La RENTA BÁSICA DE LAS IGUALES, no está en contra del trabajo, muy al contrario apuesta por un trabajo digno y que sea útil para la sociedad. Ni siquiera está en contradicción con el derecho al trabajo.
La RENTA BÁSICA, pretende ser una herramienta que sirva de plataforma económica para que cada persona, una vez cubiertas sus necesidades básicas, dedique su tiempo al tipo de actividad que considere oportuno, sin la presión, muchas veces esclavista, del mercado de trabajo. Claro que hay trabajos desagradables, penosos y mal pagados que con un RENTA BÁSICA nadie querría hacer, pero también es verdad que ahora se hacen porque es la única manera de poder comer.
En cualquier caso, que no se preocupen los detractores de la RENTA BÁSICA, porque si conseguimos que esta propuesta sea individual, universal e incondicional, habríamos llegado a una organización social lo suficientemente evolucionada, que la propia RENTA BÁSICA ya no sería necesaria. Defendemos el trabajo en la medida que sea útil, pero en ningún caso le rendimos culto.
P.D. Recomiendo el amplio artículo de José Antonio Noguera “¿Renta Básica o Trabajo Básico?” que se puede encontrar en el siguiente enlace:http://www.nodo50.org/redrentabasica/descargas/rb-o-tb-janoguera.pdf
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